domingo, 4 de agosto de 2013

LA X NO SIEMPRE MARCA EL LUGAR ( Erygium Campestre )


Parecen estar muy de moda en las redes sociales las infografías, frases y publicaciones de autoayuda y crecimiento personal, de superación ante las adversidades. Hoy os quiero presentar una planta que es el claro ejemplo de como las apariencias engañan, de supervivencia en las condiciones más adversas, un ejemplo de adaptación y soluciones exitosas ante las dificultades de la vida y, de propina, nos facilita el abastecimiento de uno de los manjares culinarios más apreciados entre los que gustan de las setas... A pesar de todo, es una planta a la que se combate por crecer en las zonas destinadas a cultivos. Todo un héroe incomprendido. Su nombre: Eryngium campestre.


En Añover se conoce como cardo borriquero o cardancha, aunque en otros lugares es más conocido como cardo corredor o cardo setero. Crece a los bordes de los caminos, en terrenos secos, asolados o cultivos abandonados. 

Esta planta es de la familia de las umbelíferas (como el perejil, zanahoria, apio, etc.) y no de las compuestas (a la pertenecen la mayoría de las que comúnmente llamamos cardos), siendo su forma espinosa una gran ayuda para soportar las altas temperaturas y la sequía de los lugares donde vive. Al reducir la superficie de sus hojas, reduce a su vez la insolación a la que se exponen y las pérdidas de agua a través de las mismas. Así mismo, el Eryngium campestre es una planta de pequeño porte (unos 70 cm) sin embargo sus raíces pueden llegar a alcanzar los 5 m. de longitud. Un claro ejemplo de que las cosas no son siempre como parecen.
Demuestra su carácter vivaz, es decir, que todos los años se deshace de la parte aérea una vez se ha reproducido, perviviendo la fuerte raíz tuberosa, una enorme templanza para prescindir de los elementos banales, de los ornamentos, cuando no pueden mantenerse, que muchos humanos quisieran para ellos. 


Pero el cardo corredor no derrocha, su forma esférica, permite que el tallo con las inflorescencias secas cargadas de semillas, sean arrastrados por el viento a través de los campos dispersándose y colonizando nuevas zonas libre de ataduras. A las plantas que usan esta característica para dispersarse se les llama estepicursores, y es por esto que a nuestro protagonista se le apoda cardo corredor. Todo un ejemplo de optimización de recursos y efectividad.

Por último, pero no más importante, el Eryngium campestre crea alianzas (micorrizas) con un hongo, las raíces de la planta y el micelio del hongo se unen en una estrecha simbiosis, que beneficia a ambas partes, el hongo puede beneficiarse de la energía solar a través de los productos de la fotosíntesis de la planta y la planta puede aumentar su capacidad de absorber y retener agua gracias a la extensión de las raíces que supone el micelio del hongo. Todo un ejemplo de que juntos somos más fuertes.

El hongo en cuestión se llama Pleorotus eryngii, y todo el mundo le conoce como seta de cardo, una de las setas ibéricas más cotizadas gastronómicamente.

En fin, cuando en vuestros paseos os encontréis con el cardo borriquero, recordad que lejos de ser una mala hierba estáis ante todo un ejemplo de como se puede sobrevivir en épocas de crisis (tan de moda ahora): 

Reducir la exposición a lo que nos daña, deshacerse de las cargas innecesarias, revalorizar lo inservible y establecer alianzas cooperativas.

Así lo ha conseguido nuestro protagonista... Si además, en otoño se puede volver donde crecen a buscar un delicioso manjar, yo al menos, no tengo problemas en darle la categoría de héroe. 

Hay veces que una equis no marca el lugar.


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